La Giralda es una de las atalayas más privilegiadas que tiene Sevilla, es uno de sus símbolos
por antonomasia. Reconocible en el mundo entero, su silueta ha
inspirado multitud de obras de arte e, incluso, monumentos muy
similares, casi gemelos, haciendo que cualquier persona, aunque nunca
haya estado en Sevilla, rápidamente lo reconozca. Es además uno de los monumentos árabes más conocidos del mundo.
Emblema por derecho propio de la capital
hispalense, es uno de los sitios que ningún visitante debe perderse, so
pena de arrepentirse toda la vida. Quizá no haya que llegar a tanto,
pero la Giralda merece una visita sosegada y contemplativa que permita
disfrutar tanto de su exterior como de su interior. Forma parte de la
catedral, a la que da lustre y empaque y es uno de los campanarios más
hermosos del mundo.
Breve historia
Corría el año 1182 cuando se dio por inaugurada la torre almohade, que se inspiró en sus gemelas precedentes de Rabat y Marrakech, hoy todavía en pie.
El toque árabe del
monumento es indudable. No te pierdas el magnífico decorado exterior de
la torre con la característica labor en rombos o de sebka, que
es un motivo ornamental musulmán de lacería, formando figuras
romboidales e inspirado, al parecer, en motivos textiles o en la silueta
de las montañas.
Con la reconquista cristiana llegaría el nuevo cuerpo arquitectónico del edificio,
incorporado en el siglo XVI: el campanario de la que se convirtió en
catedral de la ciudad, rematado por la escultura que representa el
triunfo de la fé, que hoy se conoce popularmente como el Giraldillo.
Esta enorme escultura de 4 metro actúa como veleta, y en su época fue la mayor de Europa.
Esta enorme escultura de 4 metro actúa como veleta, y en su época fue la mayor de Europa.
El interior de la Giralda es muy sencillo,
sin grandes ornamentos. La subida al campanario se realiza mediante
rampas, diseñadas con el espacio suficiente como para permitir el paso
de un caballo. Esta medida se tomó para facilitar la llegada a la
cúspide del imán de la mezquita.
La Giralda es un monumento único en el mundo
y representa como pocos el devenir histórico de la ciudad que le
alberga. En esta torre hay elementos romanos, árabes y cristianos. En su
origen se concibió como torre almenara de la mezquita mayor de la
Sevilla almohade. Se utilizaron para su construcción elementos
arquitectónicos romanos, de las cercanas ruinas de Itálica.
La visita
La subida es costosa,
sobre todo en los calurosos días de verano de Sevilla, pero merece la
pena por las estupendas panorámicas de la ciudad. Para los niños es toda
una experiencia. La subida a la Giralda está incluida en la visita a la
Catedral.
Solo por la contemplación de esta dama
de origen árabe, merece la pena acercarse hasta ella. Una de las vistas
imprescindibles del monumento, la podemos contemplar desde la plaza Virgen de los Reyes
al situarnos justamente enfrente. La Giralda, majestuosa y, a la vez,
cercana, se nos muestra con todo su esplendor, haciéndonos parecer motas
de polvo a su lado.
Pero si espectacular es por fuera, con
sus 97, 5 metros de altura y coronada por el conocido como Giraldillo,
que es la guinda del monumento, aún lo es más al pasar a su interior.
Sus 35 rampas, lo suficientemente anchas para que pase un caballo, de
hecho parece ser que el encargado de llamar a la oración en el período
árabe del monumento así lo hacia, llevan a los 17 últimos escalones que
nos situaran en la zona visitable del monumento.
Tendremos la oportunidad de una de las vistas únicas
y mas irrepetibles de la ciudad. Así que merece completamente la pena
llegar hasta arriba, porque lo que veremos, será realmente maravilloso.
fuente: visitar-sevilla.es
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