En el siglo XVI, Sevilla se convierte en la ciudad más importante del mundo. A ella acudían comerciantes de toda Europa y los mejores artistas procedentes de Italia y de Flandes, que aportaron su maestría en la fisonomía de la ciudad. En el siglo XVI Sevilla se convierte en puerto y puerta del Nuevo Mundo.
En los siglos XVII y XVIIl El barroco en Sevilla, iniciado con una importante renovación urbanística, marcó un período de brillo artístico en la ciudad impulsado por el fervor religioso que el catolicismo impulsó con la contrarreforma, el dique de contención ante la avanzada protestante en Europa.
Este esplendor de las bellas artes fue paralelo a la decadencia política y comercial de la ciudad andaluza, que fue perdiendo importancia en el monopolio del comercio con las colonias americanas y por las epidemias que diezmaron su población.
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