domingo, 13 de enero de 2013

ARTE BIZANTINO

1.- INTRODUCCIÓN
El Imperio Bizantino premedieval
El Imperio Romano se dividió en a finales del S.IV d.C. tras la muerte del emperador Teodosio, que legó a cada uno de sus dos hijos una de las partes: a Acadio, la parte oriental, con capital en Constantinopla, y a Honorio, la parte occidental, con capital en Rávena.
Mosaico bizantino
Esta división no fue arbitraria. La economía, sociedad, lengua, que en la zona oriental era predominantemente griega. La cultura e incluso los ritos litúrgicos se diferenciaban mucho en las dos áreas del antiguo imperio.
Con la caída en el 476 del Imperio Romano de Occidente, este territorio occidental se dividió en centros independientes de poder, los llamados reinos germánicos, y en consecuencia el Imperio de Oriente se convirtió en el único sucesor legítimo del Imperio Romano y principal potencia del Mediterráneo, tanto en el plano político como militar, económico y cultural. 

Al Imperio de Oriente se le va a denominar Imperio Bizantino porque Constantinopla era una antigua colonia griega fundada en el Bósforo en el siglo VII llamada Bizancio.
Constantino creó sobre esta colonia, 330 d. C. una nueva ciudad a la que dio su nombre, convirtiéndola en el centro político y militar de la zona oriental del Imperio. Cuando éste se dividió, Constantinopla se convirtió en la capital del Imperio de Oriente, que por extensión de la palabra Bizancio fue denominado Imperio Bizantino.
Los propios soberanos germánicos del Mediterráneo occidental mantenían la convicción de que el emperador de Oriente era la autoridad suprema del poder legítimo y, por ello, los distintos reyes germánicos mantenían su lealtad a Oriente y se manifestaban vasallos del emperador.
El Imperio Bizantino, por su parte, seguía siendo el centro del mundo conocido, pero a pesar de haber superado la avalancha de las invasiones bárbaras sin sufrir grandes daños, puesto que las desviaron hacia occidente, era un imperio bastante desintegrado por la herejía monofisita.
Dicha herejía aseguraba que Cristo sólo tenía naturaleza divina. Este conflicto teológico estaba provocando grandes divisiones en el Imperio.
Esta desintegración del Imperio finalizó en el año 518 cuando Justino I accedió al trono imperial y especialmente con su sucesor, Justiniano, que accede al trono en el 527, momento en el que comienza la época de esplendor político y cultural del Imperio Bizantino.

En este momento los territorios del antiguo Imperio Romano estaban divididos en:
  • Imperio Romano de Oriente, presidido por Justiniano
  • Reino de los Visigodos
  • Reino de los Francos
  • Reino de los Ostrogodos
  • Reino de los Vándalos.
Mosaico bizantino con la imagen de Justiniano. Impulsor del ImperioJustiniano, motivado por la idea de renovar el antiguo Imperio Romano, emprende la conquista del Mediterráneo occidental.
Como novedad, Justiniano concibe el Imperio Romano como un imperio Cristiano, de ahí su obsesión por librar a sus súbditos del poder de los cismáticos arrianos, que conlleva poner fin a la soberanía de los germanos.
En el ideal de Justiniano se ven unidos fe y política. De este modo, conquista Italia a los ostrogodos, África a los vándalos y una parte de Hispania, la Bética, a los visigodos.
Justiniano era un hombre de excelente formación de procedencia latina más que griega. Era un gobernante obsesionado por conseguir un poder ilimitado. Él a sí mismo se considera representante de Dios en la tierra, y asume en consecuencia tanto el poder político como el religioso.
Mosaico bizantino con la imagen de TeodoraTeóricamente, él admite que existen dos instituciones de poder paralelas, el político y el religioso, que no deben interferirse, pero este deseo de poder le convierte en la práctica en un "rex-sacerdos", un rey sacerdote, un césar-papa, creando un sistema político-religioso llamado "cesaropapismo".
Aun siendo un hombre muy amable, aparece en público con un ceremonial tan grandioso y tan inaccesible que le convierte ante sus súbditos en el símbolo más evidente del poder absoluto. Se casó con Teodora, una actriz de teatro y prostituta de gran inteligencia, tanto que se convirtió junto a Justiniano en el gran poder del Imperio Bizantino.

El Imperio Bizantino se subdivide en tres etapas:
1ª edad de Oro o época de Justiniano (S. VI-IX): intentan mantener unido el Imperio. Se gesta el estilo  Bizantino. Construyen las principales obras.
2ª Edad de Oro (2ª mitad S IX- inicios S XIII). Época de madurez. Se produce el cisma religioso en 1054, la iglesia Ortodoxa se consolida.
3ª Edad de Oro (S. XIII- S XV). Periodo de decadencia y desintegración del Imperio. Finaliza cuando Constantinopla cae en manos de los turcos en 1453.







2.- LOS EDIFICIOS BIZANTINOS Y LA CÚPULA DE SANTA SOFÍA:
 Características:
Los pilares del arte Bizantino son: la herencia Paleocristiana, las formas clásicas helenísticas, la religión cristiana ortodoxa y la influencia oriental.

  • El poder recae en una monarquía Autocrática (origen divino) y en el Cesaropapismo  (intervención del emperador en los asuntos religiosos).
  • Es un imperio centralizado, burocrático, donde el emperador ejerce una fuerte influencia en la vida, en la organización urbana y en la creación del arte.
  • Obsesión por convertir a Constantinopla (actual Estambul) en una gran urbe que se asemeje a Roma.
  •   Basílica de planta Rectangular y eje longitudinal. Sigue la tradición paleocristiana. Los mejores ejemplos están en Rávena, San Apolinar in Classe. Pertenece a la 1ª Edad de Oro, S VI, época de Justiniano.  Situada en Classe, un suburbio del puerto de Rávena; es una iglesia de planta basilical.El interior, dividido en tres naves separadas por arcadas, termina en un ábside al que se accede a través de un arco de triunfo semejante a los de las primeras basílicas paleocristianas. Las ventanas sobre las naves laterales, más bajas, iluminan la nave central:
  • El PRESBITERIO (altar) estaba reservado al obispo y celebrantes. Un mosaico con una cruz decora el ábside.
  • Las NAVES para los bautizados.
  • El ATRIO para los no bautizados.
  • ·   San Vital (planta octogonal/ valiosísimos mosaicos) de Rávena presenta planta centralizada con todos los elementos dispuestos alrededor de una gran cúpula sostenida por pilares y columnas.      Construida entre el 526 y el 547 se aleja de la influencia romana, aunque tiene cierto aire occidental: proporciones esbeltas que acentúan la verticalidad, tambor con ventanales sobre el que descansa la cúpula. El INTERIOR es fastuoso en decoración: mármoles, pinturas al fresco, mosaicos como los de JUSTINIANO y TEODORA, junto a exquisitos capiteles a TRÉPANO que recuerdan al arte musulmán.









3.- LA DECORACIÓN MUSIVARIA

ICONOCLASTAS E ICONÓDULOS
El emperador León III el Isaurio prohibió la adoración de las imágenes que representaban a Cristo y a los santos en 726. Lo hizo por razones de orden religioso y político. Su hijo, Constantino V (741-775), heredó un grave enfrentamiento entre la población mayormente a favor del uso de imágenes y la postura oficial, que finalmente concluyó utilizando su poderío militar.
Tras el segundo concilio de Nicea en 787 se afirmó la veneración de iconos, con base en la encarnación de Jesucristo en hombre.
El emperador León V (813-820) instauró un segundo periodo de luchas en 813, continuado por los siguientes emperadores hasta Teófilo. Al morir este, su esposa Teodora movilizó a los iconódulos y proclamó la restauración de iconos en 843.

El gusto por la riqueza y la suntuosidad ornamental del arte bizantino, eminentemente áulico, exigía el revestimiento de los muros de sus templos con mosaicos, no sólo para ocultar la pobreza de los materiales usados, sino también como un medio para expresar la religiosidad y el carácter semidivino del poder imperial (cesaropapismo).
De la Primera Edad de Oro destacan el conjunto más importante es el de Rávena, que enlaza con los mosaicos paleocristianos del siglo V: en las iglesias de San Apolinar Nuevo y San Apolinar in Clase se cubre sus muros superiores con mosaicos que representan, en la primera un cortejo procesional, encabezado por los Reyes Magos, hacia la Theotokos o Madre de Dios, en la segunda, en el ábside, se muestra una visión celeste en la que San Apolinar conduce un rebaño.
La obra maestra de del arte musivario, es sin duda alguna, el conjunto de mosaicos de San Vital de Rávena, compuestos hacia el año 547, y en los que se representan varios temas bíblicos y en los laterales del ábside los grupos de Justiniano y de su esposa Teodora con sus respectivo séquito.
Terminada la lucha iconoclasta, a mediados del siglo IX es cuando verdaderamente se configura la estética bizantina y su iconografía. Surgirá una nueva Edad de Oro, la segunda, que supondrá el apogeo de las artes figurativas, irradiando sus influjos al arte islámico, por entonces en formación, y al naciente arte románico europeo.
Las figuras acusan una cierta rigidez y monotonía, pero muy expresivas en su simbolismo, con evidente desprecio del natural y las leyes espaciales; son alargadas y con un aspecto de cierta deshumanización.
Los nuevos tipos iconográficos se adaptan simbólicamente, según un programa prefijado (Hermeneia), a las diferentes partes del templo: el Pantocrátor (Cristo en Majestad bendiciendo) en la cúpula, el Tetramorfos (cuatro evangelistas) en las pechinas, la Virgen en el ábside, los santos y temas evangélicos en los muros de las naves.
Los modelos más repetidos son las figuras de Cristo con barba partida y edad madura (modelo siríaco) y de la Virgen que se presenta bajo diversas advocaciones (Kyriotissa o trono del Señor en la que sostiene sobre sus piernas la Niño, como si fuera un trono; Hodighitria, de pie con el Niño sobre el brazo izquierdo mientras que con el derecho señala a Jesús como el camino de salvación - es el modelo desarrollado en el gótico -; la Theotokos, o Madre de Dios, ofrece al Niño una fruta o una flor; la Blachernitissa o Platytera con una aureola en el vientre en el que parece el Niño indicando la maternidad de la Virgen).
Otros temas muy repetidos son la Déesis o grupo formado por Cristo con la Virgen y San Juan Bautista, como intercesores, y los dedicados a los doce fiestas litúrgicas del año entre las que destaca la Anastasis o Bajada de Cristo al Limbo, el Tránsito de la Virgen, la Visón de Manré, es decir, la aparición de los tres ángeles a Abrahám, simbolizando la Trinidad.
Durante la Tercera Edad de Oro el mosaico continuó en uso hasta el siglo XIII, en esta época se enriquece la iconografía de los ciclos "marianos", de los santos y evangélicos, a la vez, que por influjos italianos, se aprecia una mayor libertad compositiva y una evidente manierismo en las estilizaciones.
Destruidos los mosaicos de Constantinopla quedan como únicas referencias los de San Marcos de Venecia, con abundante empleo del dorado que ejercerán un marcada influencia en las obras góticas de Cimabue, Duccio y otros pintores italianos.
La pintura sustituye al mosaico en esta Tercera Era, contando con el precedente de los interesantes conjuntos de iglesias rupestres de Capadocia, en Asia Menor.
Son importantes los talleres rusos de Novgorod y Moscú, donde trabaja Teófanos el Griego, fresquista y pintor sobre tabla en el siglo XIV y en la centuria siguiente destacan como obra maestra la Virgen de Vladimir (Moscú) y el monje Andrés Rublev o Rubliov especialmente a través de su icono de la Trinidad, este icono del siglo XV es considerado como el más importante icono bizantino de la escuela rusa, representa a la Trinidad a través de la escena bíblica llamada visión de Manré, es decir tres ángeles que se aparecen al patriarca Abrahám. Se caracteriza por el aire melancólico, de intensa espiritualidad, en la que el ángel del centro, con túnica roja, se cree que representa a Cristo con un árbol al fondo; el de la izquierda representa a Dios Padre y el de la derecha al Espíritu Santo. La perspectiva es típica del tipo bizantino, es decir, inversa, abriéndose las líneas conforme se alejan de los ojos del espectador.
Algo más tardía son las escuelas veneciana y cretense donde destacó Andrea Riccio de Candia, a quien se atribuye la creación del famosísimo icono de la Virgen del Perpetuo Socorro.
La pintura de iconos ha seguido manteniéndose durante toda la Edad Moderna, tomando como referencia estética los caracteres de la pintura bizantina clásica, que se impone a las influencias italianas.
Las colecciones de iconos más completas se encuentran en la galería Tretiakov de Moscú, en el museo Pushkin de San Petersburgo, en la catedral de Sofía (Bulgaria) y en el museo de iconos La Casa Grande de Torrejón de Ardoz (Madrid). En la catedral de Cuenca se encuentra el díptico de los déspotas de Epiro correspondiente a la escuela yugoslava.
Paralelamente se desarrolla la realización de miniaturas para los códices purpúreos, llamados así por el uso de fondos de púrpura. De la primera época es el Génesis de Viena, del siglo V, los evangeliarios de Rábula y de Rossano, ambos del siglo siguiente.
En las etapas siguientes destacaron los salterios con abundantes representaciones en toda la página o en los márgenes llenas de sentido narrativo. Destacan el Menologio de Basilio II (Biblioteca Vaticana) y el tratado de Cinegética de Oppiano (París).
En las artes suntuarias sobresalieron gracias al ambiente cortesano bizantino.
Las labores textiles se inspiraron en los modelos sasánidas (motivos encerrados en círculos); en la orfebrería sobresale el uso de los esmaltes sobre metales preciosos, siguiendo la técnica del tabicado o alveolado de origen germánico, en el que los colores se separan por filamentos de oro. La obra maestra de la orfebrería es la Pala de Oro, San Marcos de Venecia o el icono esmaltado de San Miguel del mismo templo.





Fuente:arteguias.com y anacob

 

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