Sin embargo, el hecho de haber mantenido siempre su taller en Alcalá de Guadaira, su ciudad natal, así como no haber recibido encargos de importancia por parte de las Cofradías de Sevilla, ha motivado que sea todavía muy desconocido.
Sus obras se extienden por numerosos pueblos y ciudades de la geografía andaluza, extremeña, castellana, vasca, etc. En general, todas siguen la líneas de los grandes maestros del siglo de oro de la imaginería sevillana, siendo las suyas fácilmente identificables, merced a unos grafismos propios que las hacen inconfundibles.
Pero su quehacer artístico no se limitó a la escultura religiosa, sino que cultivó otros muchos campos como la pintura de caballete (tanto de tema profano como sagrado, sobre pan de oro), la talla de retablos, el diseño de pasos procesionales, la pintura mural para la decoración de capillas, la pintura sobre tejido, etc.
Mención aparte merece el preciosismo con que elabora las policromías y estofados de sus obras, destacando en este sentido las imágenes de pequeño formato, que son todo un tratado o catálogo de técnicas y motivos decorativos.
De carácter sencillo, amigo de sus amigos, hombre servicial en extremo, fue toda una institución en la Alcalá de su época, y aún hoy su memoria perdura entre sus paisanos, habiendo recibido varios homenajes en vida, así como la rotulación de una calle con su nombre; de igual modo, fue nombrado Hijo Predilecto de la ciudad, estando enterrado en la Capilla de Nuestra Señora del dulce nombre de María, de la Parroquia de San Sebastián.
GARCÍA GARCÍA, Juan Jorge. EL ESCULTOR MANUEL PINEDA CALDERÓN (1906-1974). Diputación de Sevilla. Servicio de Archivo y Publicaciones. Delegación de Cultura. Arte Hispalense, 76. Sevilla. 2005.